EL MISTERIOSO ARTE DE VENCER.-

Iniciado por GAE_Balker, 09 de Julio de 2010, 07:04:54 PM

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GAE_Balker

Estas palabras me gustaron y quería compartirlas con Uds. Si no tienen mucho tiempo, no las lean ahora. Sepan que acá van a estar para cuando necesiten una palmada en el hombro, para cuando crean que las cosas los agobian. No quiero que suene a un sermón (porque no es nada religioso), pero en verdad, ser felices y victoriosos depende de nosotros y este hombre lo dice muy bien. Ojalá uno pudiera vivir de acuerdo a estos conceptos:

EL MISTERIOSO ARTE DE VENCER.
"En el acto de estar erguido como una lanza que avanza contra el viento a través de la niebla, más allá de lo conocido y lo desconocido, reside el ser filósofo. Filósofo significa el enamorado de la Verdad, el enamorado de la Sapiencia, aquel que pone todas las cosas por debajo de la búsqueda de esa Sapiencia.

El arte de la Felicidad estaba en lograr objetivos, pero no a costa de otros, sin basarse en la infelicidad de los demás. Y en cierta forma el Arte de Vencer consiste en poder llegar a nuestras metas sin utilizar a los demás como peldaño, sin encaramarnos sobre la cabeza de los débiles, sin pisotear a aquellos que aparentemente nos están cerrando el paso, sino de una manera muy diferente, de todo corazón y con toda fuerza.

Vencer era el paso a paso, superar un escalón, el siguiente, el siguiente. Uno de los grandes errores que cometemos  es que nosotros, frente a una escalera, miramos el conjunto y nos planteamos el subir o no toda la escalera. Esa no es la posición psicológica adecuada para enfrentar la adversidad, sino que hemos de plantearnos subir peldaño a peldaño. ¿Cuál es mi problema inmediato? ¡Este peldaño, no ese, ni aquel! Si mantenemos la mirada exageradamente en alto, cosa que a veces les sucede a muchos idealistas, es fácil tropezar con los primeros escalones y rodar al abismo. Hay que saber dónde se quiere llegar, pero paso a paso, lentamente, y sin, digamos, planificarlo demasiado. Si sabemos estirar nuestra mano, siempre va a haber algún Angel bondadoso, real o soñado, que cogerá nuestra mano y nos ayudará en el camino.

Vosotros sabéis que las mejores espadas se hacen a golpes, y se pasan del calor al frío, del frío al calor, de una manera verdaderamente brutal. ¿No necesitaremos también nosotros ser templados? Recibir los golpes de la vida como la espada recibe los golpes sobre el yunque. La espada grita pero permanece, grita y permanece, grita y permanece; hasta que al fin ese hierro que no era nada más que un metal simple y sencillo, se va convirtiendo, por los golpes -y por haber sido inmerso en las aguas frías o en las misteriosas sustancias de la aleación-, en desnuda hoja de acero, y entonces, adquiere dureza, corte y elasticidad. ¿No será de alguna forma similar el proceso de nuestra propia forja en la vida?

Tenemos que volver a lograr ese temple interior, entender que caer es simplemente para levantarse otra vez. Nadie cae definitivamente , pues todas las cosas sen este mundo son pasajeras. Todo tiene un valor relativo, nuestros triunfos y nuestros fracasos. En base a esa humildad de corazón, podemos seguir avanzando.

Cuando enfrentáis una seria adversidad, tratad siempre de resistir un minuto más, no penséis que vais a aguantar una hora, un día, un año, toda la vida; no, no, un minuto más, nada más que un minuto más, y luego otro minuto más, y así, poco a poco, se irán sumando cifras mucho más grandes.  El poder de nuestra mente es terrible.

Si mantenéis vuestra mente agarrada a cada uno de los problemas, no podréis resistir ni el más leve impacto de la adversidad. Tenemos que intentar entonces alzar esa mano, rescatarla un poco de las cosas del mundo, ir imponiendo nuestra Voluntad, una Voluntad que no debe ser ostentosa, que debe marchar sola y natural.

Debemos saber dar a la vida el valor que realmente tiene, entonces vamos a obtener una dimensión mucho más verídica de todo lo que nos sucede.

El secreto está en saber realmente qué es lo que podemos hacer, cómo lo podemos hacer y poner toda nuestra atención y toda nuestra fuerza en ello.

En verdad, tenemos más fuerza de lo que creemos. Cada uno de nosotros, por pequeño que sea, tiene grandes posibilidades. Algunos pensarán: "Yo no voy a escribir poesías porque igual... ¿quién me las va a editar? No soy tan bueno". Perdamos un poco ese sentido de la comparación, de la competición, esa especie de deporte insano donde nos han metido. Salgamos de esa mentalidad y hagamos las cosas por la cosa en sí. Si os vienen al alma poesías, si os bajan poesías como bajan los pájaros sobre los nidos, recibirlas, mantenerlas, echadlas al vuelo, ¡no importa que no las editen!¿Cuántos hay que tienen dentro suyo libros, mensajes, tesoros, personajes? Hay que sacarlos, hay que tener la fuerza de extraerlos fuera de sí, mostrarlos al mundo, que está sediento de cosas espontáneas. El  mundo está harto de que le hablen a través de los grandes armazones de los sistemas, y quiere que le hablen de corazón, de hombre a hombre, de mujer a mujer, de persona a persona, de corazón a corazón. Eso no es igualdad, -la igualdad es estéril-, sino que es algo que hace que se complementen lo uno con lo otro, como los dientes de un engranaje, en el que van entrando las salientes de unos en los huecos que dejan los demás... Y en ese entrar las salientes de unos en los huecos que dejan los demás, existe la posibilidad de transmitir la fuerza: fuerza espiritual, fuerza física, ¡qué más da! fuerza interior... la fuerza interior que lleva en sus brazos la Victoria, esa Victoria final que nos espera a todos, a través de los pequeños logros, esos que deben ser cotidianos, que deben ser continuados y que nos tienen que llenar el corazón de fe y de ilusión.

Tal vez pintáis cuadros, tal vez hacéis dibujos, ¡hacedlos! No importa que la gente los reconozca o no. Más allá de la gente, más allá del entorno, hay otro Juez, un Juez más grande, tanto que no podemos decir que tamaño tiene. Tan bueno que no podemos imaginarlo, y tan justo tan justo, que más allá de los actos, lee los corazones que inspiraron los actos.

Y ese gran Juez, de alguna forma, extenderá su capa sobre nosotros y abrigará nuestros pequeños logros, nuestras pequeñas ilusiones; los versos que nunca hemos escrito, los dibujos que no hemos realizado, los amores que no hemos tenido, las oportunidades que se nos escaparon, pero que viven de alguna forma mágica en ese mundo de redención sublime, y que nos acompañarán, a través de los milenios, hacia una realización interior y total.

Cada uno de nosotros, tiene la capacidad de la victoria. Tiene la capacidad de marchar y marchar a través de esos pequeños éxitos, de esos pequeños pasos que le van a lanzar poco a poco hacia adelante.

Dejad que los fanáticos crean que tan sólo en su rincón iluminado por su propia vela es donde las cosas son reales y coloridas; dejadlos atrás; ellos pertenecen a otra época y a otro momento de la Humanidad. Hoy cada uno de nosotros debe buscar su propia luz, su propio lugar. Lo fundamental es no hacer daño a nadie, lo fundamental es quemar nuestra propia cera, no quemar la del vecino. Y lo fundamental es tener Luz. Hay que elegir. Suponed que tenemos una vela; ¿queréis tener esa vela o queréis tener luz? Si queréis tener una vela vais a estar toda la vida a oscuras, si queréis tener Luz vais a tener que consumir esa vela, coger una cerilla, rasparla y aplicarla, y dejar que se encienda la Luz, esa Luz que es siempre vertical como una espada luminosa. Entonces sí vamos a tener Luz.

De cualquier manera las cosas materiales caen, se resquebrajan y se van. Decían los antiguos: "Todo pasa, Todo camina"..., Todo va hacia ese Mar, como marchan las aguas. Todo tiene un Destino, ¡asociémonos al Destino! Veamos cómo bajan las aguas por las montañas, cantarinas, y ¿cuáles son las aguas más puras?, aquellas que se golpean más sobre las piedras, aquellas que caen en cascadas y revientan en grandes pompas de espuma blanca; las otras, las aguas cobardes, las que se quedan quietas, quietas en un remanso, terminan por entrar en corrupción y ningún ser vivo puede habitar en ellas.

Haced de vuestro mundo, un mundo de Ideas Grandes, levantadas gloriosas, de tal suerte que los buenos seres, que los buenos ángeles, que los buenos pensamientos y sentimientos habiten en vosotros.

Pero que habiten cantando, no que estén presos en jaulas; sino que habiten como si fuesen pájaros en las ramas de un árbol; como si fuesen esos peces de colores que vemos cuando bajamos en el mar a un poquito de profundidad. Que habiten dentro de nostros seres libres y coloreados, seres que puedan decir: "Aquí habito yo, porque estoy dentro de un hombre libre y de un hombre que es feliz"

Y ser libre, y ser en cierta forma feliz, mis amigos, mis muy queridos amigos... ¿no es haber vencido un poco?, un poco...., no lo grande, no lo inmenso, -a eso se llegará- sino haber vencido un poco, haber avanzado ese escalón, un escalón de libertad, de concordia, y de alegría.

No os dejéis caer de rodillas, no importa caer. Levantáos, otra vez y otra vez y otra vez. Apoyad vuestras manos, como alas, como garras, contra los costados de la Historia y proyectaos hacia adelante, siempre hacia delante.  Todos hemos de morir, todos hemos  -tal vez-  de renacer, todos estamos sujetos a la Gran Rueda, al Gran Samsara, pero más allá de todo eso también estamos sujetos a nuestra propia Voluntad.

Hace unos años, cerca del desfiladero de las Termópilas, encontré aquella vieja inscripción que decía: "Ciudadano, si llegas a nuestra ciudad, diles que aquí han muerto trescientos espartanos por cumplir sus leyes". Ellos han sabido cruzar la Historia con su ejemplo. Leónidas no contó los persas que tenía delante, contó simplemente que tenía que defender un desfiladero, porque atrás quedaba el tesoro de los atenienses, un tesoro místico y cultural. Logró ganar tres días nada amás, pero en esos tres días se salvaron muchas cosas. ¿Dónde están hoy aquellos hombres sino dentro nuestro? ¿Dónde están aquellos magníficos  que le preguntaron a Leónidas: "Señor, hoy entramos en combate; ¿hemos de comer bastante para estar fuertes frente al enemigo? Leónidas les contesta: "No, comed liviano, porque esta noche tenemos un gran banquete con Plutón, el Dios de la muerte". No temblaron esos soldados, sino que le miraron y le dijeron: ¿Y tú, Leónidas, estarás en el banquete?, y el respondió: "Yo el primero". "Entonces, todos cenaremos esta noche contigo y con Plutón". ¿Dónde están, aquellos hombres magníficos de otros tiempos? ¿Dónde están, sino dentro nuestro? No se han olvidado, no se han perdido; simplemente, los hemos sepultado con basura, con miedo, con incertidumbre.

Quitémonos todo eso de encima y volveremos a ver otra vez los cascos emplumados, y volveremos a ver otra vez la luz del cielo a través de las murallas rotas, y volveremos a sentir nuestros pasos marchar acompasados con el latir de nuestro corazón batiendo dentro del pecho. ¡Victoria, Victoria, Victoria!

GAE_Yanito

#1
Lo voy a leer bien en casa
y dejo un video que no tiene nada que ver con el texto pero que puede llegar a servir para lo mismo

http://www.youtube.com/v/A8Equd6JpGk&hl=es_ES&fs=1