DAMASCO - 06/05/74.-
Mustafa Abdul Qadir Tlass apenas se movía. De vez en cuando pitaba su cigarrillo pero sin perder una postura erguida, sentado en un sillón que parecía casi un trono, ubicado en el centro de un aún más grande escritorio de caoba.
Frente a él, Hassan Amid, Jefe de la Fuerza Aérea Siria, se mantenía en posición de firmes, sin quitar su mirada de las cortinas que estaban detrás del escritorio de Tlass. Amid conocía al Ministro de Defensa y sabía de su fama terrible. Por eso mantenía silencio y no iba a decir nada hasta que su superior abriera la boca.
Mustafa Tlass apagó el cigarrillo y cuando habló lo hizo en tono calmo y en voz baja. Como hacen todos los hombres conscientes del terror que generan con su sola palabra.
-Los informes que han llegado sobre el accionar de sus pilotos han preocupado enormemente al presidente Al Assad. Más allá de lo que diga el ministerio de propaganda, hemos perdido todos los combates aéreos sobre nuestro propio país.
Amid esperó unos segundos y explicó los principales problemas que enfrentaban sus pilotos. Empezó recordando las terribles pérdidas que habían sufrido en la Guerra de Yom Kippur. La dificultad en reponer las bajas y el tiempo necesario para volver a adiestrar a sus pilotos de combate. Y también, por supuesto, habló sobre la aparición de los F-14 Tomcat estadounidenses.
Tlass apenas movió el bigote. Se quedó mirándolo directo a los ojos. El Jefe de la Fuerza Aérea Siria supo que ya no había nada más que decir. Todos sabían por qué ese hombre había sido elegido ministro de defensa. El mismo presidente Al Assad lo decía a sus cercanos: "Tlass no tiene una base de poder propia, es un mediocre, no tiene ninguna habilidad política, pero su lealtad hacia mi es completa e inquebrantable". Todo lo que había que decir se había dicho. Tlass, un hombre incapaz de entender cuestiones propias de su cargo, se limitaría a presionarlo. Y, de seguir fallando en los resultados, pediría su cabeza...literalmente.
-Usted hará todo lo necesario para que el presidente Al Assad reciba buenas noticias en los próximos días. Ponga en el aire lo mejor que tenga. Si sus pilotos no están a la altura del desafío que enfrentan, dígamelo y serán trasladados a la infantería en el acto. La Unión Soviética va a cubrir los 40 cazas que usted perdió, pero su ayuda no será ilimitada. Hemos aceptado una oferta de Moscú para recibir a sus mejores pilotos. Traten de aprender de ellos. Ah!...y si antes usted mandaba de a 4 aviones para enfrentar a los infieles, ahora manden 8 o 12. No me importa. El informe de sus éxitos los quiero en este escritorio para el próximo jueves.
Tlass no volvió a decir más nada y se quedó mirando a Amid sin quitar el dedo índice del escritorio, en el exacto lugar en el que había pedido que estén los siguientes informes.
El Jefe de la Fuerza Aérea Sirio saludó y se retiró del despacho. Fuera del edificio lo esperaba su ayudante.
-Dígale al capitán Farid Malek que me venga a ver inmediatamente. Ya es tiempo que empiece a demostrar por qué insiste que le digan "As". Y quiero un informe completo de esos pilotos soviéticos que van a venir a volar para nosotros.
Los dos hombres se subieron a un vehículo oficial y se perdieron a gran velocidad por las calles de Damasco.
Uno de tantos cazas sirios cae alcanzado por un AIM-54 Phoenix.-
Mustafa Abdul Qadir Tlass apenas se movía. De vez en cuando pitaba su cigarrillo pero sin perder una postura erguida, sentado en un sillón que parecía casi un trono, ubicado en el centro de un aún más grande escritorio de caoba.
Frente a él, Hassan Amid, Jefe de la Fuerza Aérea Siria, se mantenía en posición de firmes, sin quitar su mirada de las cortinas que estaban detrás del escritorio de Tlass. Amid conocía al Ministro de Defensa y sabía de su fama terrible. Por eso mantenía silencio y no iba a decir nada hasta que su superior abriera la boca.
Mustafa Tlass apagó el cigarrillo y cuando habló lo hizo en tono calmo y en voz baja. Como hacen todos los hombres conscientes del terror que generan con su sola palabra.
-Los informes que han llegado sobre el accionar de sus pilotos han preocupado enormemente al presidente Al Assad. Más allá de lo que diga el ministerio de propaganda, hemos perdido todos los combates aéreos sobre nuestro propio país.
Amid esperó unos segundos y explicó los principales problemas que enfrentaban sus pilotos. Empezó recordando las terribles pérdidas que habían sufrido en la Guerra de Yom Kippur. La dificultad en reponer las bajas y el tiempo necesario para volver a adiestrar a sus pilotos de combate. Y también, por supuesto, habló sobre la aparición de los F-14 Tomcat estadounidenses.
Tlass apenas movió el bigote. Se quedó mirándolo directo a los ojos. El Jefe de la Fuerza Aérea Siria supo que ya no había nada más que decir. Todos sabían por qué ese hombre había sido elegido ministro de defensa. El mismo presidente Al Assad lo decía a sus cercanos: "Tlass no tiene una base de poder propia, es un mediocre, no tiene ninguna habilidad política, pero su lealtad hacia mi es completa e inquebrantable". Todo lo que había que decir se había dicho. Tlass, un hombre incapaz de entender cuestiones propias de su cargo, se limitaría a presionarlo. Y, de seguir fallando en los resultados, pediría su cabeza...literalmente.
-Usted hará todo lo necesario para que el presidente Al Assad reciba buenas noticias en los próximos días. Ponga en el aire lo mejor que tenga. Si sus pilotos no están a la altura del desafío que enfrentan, dígamelo y serán trasladados a la infantería en el acto. La Unión Soviética va a cubrir los 40 cazas que usted perdió, pero su ayuda no será ilimitada. Hemos aceptado una oferta de Moscú para recibir a sus mejores pilotos. Traten de aprender de ellos. Ah!...y si antes usted mandaba de a 4 aviones para enfrentar a los infieles, ahora manden 8 o 12. No me importa. El informe de sus éxitos los quiero en este escritorio para el próximo jueves.
Tlass no volvió a decir más nada y se quedó mirando a Amid sin quitar el dedo índice del escritorio, en el exacto lugar en el que había pedido que estén los siguientes informes.
El Jefe de la Fuerza Aérea Sirio saludó y se retiró del despacho. Fuera del edificio lo esperaba su ayudante.
-Dígale al capitán Farid Malek que me venga a ver inmediatamente. Ya es tiempo que empiece a demostrar por qué insiste que le digan "As". Y quiero un informe completo de esos pilotos soviéticos que van a venir a volar para nosotros.
Los dos hombres se subieron a un vehículo oficial y se perdieron a gran velocidad por las calles de Damasco.
Uno de tantos cazas sirios cae alcanzado por un AIM-54 Phoenix.-